miércoles, 10 de junio de 2009

Sinalefa en Rutarense

Se me olvidaba agregar que Sinalefa no es oriunda de la capital: viene de Rutarense, un poblado mítico en el que abundan las leyendas y los seres mitológicos. Ella, como buena Rutarense, cree en todas esas cosas. Y aunque yo me río un poco de sus historias fantásticas, Sinalefa insiste en el carácter real de todo lo que cuenta. Sin embargo, todos sabemos que ella no conoce las reglas de la verosimilitud y que constituye en sí misma, un cuestionamiento permanente a cualquier absoluto. En fin...
Lo último que supe de Sinalefa es que después de unos meses de ausencia, viajó a Rutarense para visitar a sus parientes. Al abrir la puerta de su casa, se encontró con unas cuentas impagas tiradas en el piso. Ignorando los sobres, dio unos pasos para acercarse al interruptor y encender la luz, pero esta nunca prendió. Luego avanzó hasta el refrigerador y al abrirlo, descubrió que toda la comida estaba descompuesta.

sábado, 6 de junio de 2009

Sinalefa

En el último tiempo la vida se me ha convertido en un padecer: el trabajo, la familia, los vínculos, ¡hasta las horas de ocio!. Pienso, a partir de esto, que hay personas que estamos hechas para soportar y a cambio de ello -como si fuera una virtud o un beneficio- disfrutar muy poco.
Yo y mi amiga Sinalefa somos los mejores ejemplares de esta factura de seres humanos.
Ejemplo: luego de haber buscado durante años, Sinalefa se instala en el departamento de sus sueños. Corrijo: casi de sus sueños, porque el cumplimiento de ello resultaría algo demasiado bueno para suceder en su vida. Pasan tres días y Sinalefa abre la puerta alegremente ante el sonido del timbre. Saluda con su amabilidad y efusividad características -está tan, pero tan sola, que hasta a los desconocidos los trata como grandes amigos-. Sin embargo, sus visitantes mantuvieron la objetividad (me permito usar esta palabra, a pesar de que, en rigor, no tiene un referente real) que corresponde a su cargo: eran policías que venían con la orden de embargo. Me ahorro la narración del lío judicial y problemas domésticos asociados, y diré solamente que Sinalefa terminó arrendando una habitación barata en la pensión de una vieja gruñona. Y cuando Sinalefa quiso darse una ducha relajante, la anciana la interrumpió apagando el calefont.
Parece que en la vida de Sinalefa, una tragedia lleva a la otra tal como en una cadena infinita, tal como en las tragedias griegas.