lunes, 4 de junio de 2007

De: Ensayos sobre objetos. "Los vasos de vidrio"

Partamos de la premisa, consignada en el prólogo de esta compilación, de que los objetos también viven en comunidad. Esto nos explica porqué encontramos frecuentemente set de seis vasos, vitrinas destinadas a guardar vasos agrupados por tipos, o más cotidianamente, espacios en los muebles de cocina que almacenan a todos los vasos juntos. De estas comunidades, diversas en su composición, se desprende que la vida del vaso puede seguir múltiples caminos o pasar por muchas etapas. En este sentido, la vivencia fundamental de un vaso es el paso de una casa comercial a una “casa-hogar”, entendido éste último como, “un lugar habitado por una comunidad de sujetos, generalmente unidos por lazos sanguíneos, quienes intentan convivir de manera sana, objetivo que está siendo permanentemente boicoteado por los mismos miembros de dicha comunidad”[1]
Pero decir que todos los vasos derivan a una “casa-hogar” sería limitar el análisis. Sabemos que muchos llegan a casas de eventos, hospitales, hoteles, moteles, bares, casas de reposo, espectáculos circenses, restaurantes, canales de televisión, escuelas de malabarismo, iglesias, conventos, centros de meditación zen, etcétera, lugares donde conocen otros usos. Pero aquí nos interesa fundamentalmente la vida de los vasos en la llamada “casa-hogar” y de qué manera se insertan en este contexto.

Un vaso es un objeto de tránsito. De su lugar en la cocina es separado de sus pares para ser llevado a la mesa. Allí es utilizado en el mejor de los casos por un solo comensal. Sin embargo, es frecuente que tenga que servir a dos o más de ellos, sobre todo si el líquido que porta es alcohol. Entonces, el vaso es particularmente deseado por varios sujetos quienes lo empinan con firmeza y lo llevan a su boca. Aquí el vaso es langueteado, empañado a veces, manchado con saliva y secreciones de la boca del comensal. Pero el vaso sigue ahí: implacable e inconmovible. De ahí el dicho popular “firme como un vaso” o “más firme que un vaso”, dependiendo de la región en que se utilice.
Pero su gallardía no se acaba allí. Después de haber sido llenado y vaciado una y otra vez; después de haber pasado de boca en boca y porqué no decirlo, de lengua en lengua, de haber sobrevivido a caídas que amenazaban con su muerte (es frecuente que por un descuido, el vaso sea torpemente deslizado entre las manos y caiga al suelo quebrándose en mil pedacitos, granitos de vidrio, arena de vidrio). Después de todo eso, ¿qué hace el vaso?. Brilla. ¡Brilla! de manera triunfal, como un dios olímpico, como una creación apolínea que niega el sinsentido de su existencia.
Luego, el vaso sucio con residuos de diversos líquidos es llevado desde la mesa a la cocina donde puede correr dos suertes: el lavado inmediato o la agonía de la espera, generalmente junto a otros objetos
[2] tanto o más sucios que él.
Pero una vez limpio, el vaso vuelve a brillar entre sus pares, que también brillan. Todos uniformados, todos juntos parecen un coro trágico que con una potencia sobresaliente no deja de brillar nunca. Brillan de día, de noche, pero sobre todo al mediodía cuando la luz favorece su cristal. Brillan cuando los miran y cuando no. Y cuando nadie los está viendo siguen brillando entre ellos, reflejándose uno en el otro y en el otro y en el otro y así infinitamente hasta el último de la fila. Sin embargo- y aquí está lo curioso- parece que nunca hubiera un último: si no hay un vaso al lado, de seguro habrá alguno detrás o al otro lado, lo que permitirá que el brillo se prolongue y siga circulando de manera eterna, amenazando con no acabar jamás.
[1] Cfr. “La casa-hogar”, varios autores. Allí se describe el mecanismo de las llamadas casa-hogar, a partir de las observaciones y experimentos científicos del grupo “Círculo de hielo”.
[2] Para precisar las características de estos objetos, consúltese el apéndice “Objetos de cocina”.

6 comentarios:

Naranjopotente dijo...

Que interesante no, yo tambien me he puesto a pensar en como seria la existencia de ciertos objetos, claro que aquien le interesaria saber de mis calsoncillos y menos donde estuvieron, por lo que me sensurare al respecto. siempre he pensado que un vaso puede estar mas ebrio que uno por el gran contenido de alcohol que puede aguantar, incluson es el mejor ebrio a imitar porque es reposado y como dices sigue mirando cristalinamente, pero lo mejor de ese vaso es que aun sin copete puede entrar en ese interesante estado que observas cuando esta dentro del mueble, ese estado de reflejo mutuo infinito que queda transitando entre todos los cuerpos, es como una retro alimentacion donde todos se reconocen, se indagan, se dicen las trancas, se aceptan, bueno se dicen la dura y entonces es ahi donde entra esta magica comunidad entre ellos.en el caso delos platos probablemente seria la capacidad de acoplarse entre ellos, en fin. asi supongo con cada objeto, si observamos la naturaleza de las cosas podemos llegar a cierta conclucion de nosotros mismos, ya que somos tan complejos no seria malo partir primero por los vasos.

PD: porque no contaste la historia de un vaso en un motel...

Saludos que se reflejan eternamente Naranjopotente.

Pablo_Raskolnikof dijo...

Me gusto tu texto, es muy original y al principio parece que será una suerte de teoría. Pero al final es sólo la historia de un vaso. Sin duda que es seductor ponerse a pensar en donde irán a para algunos objetos. Me recuerda a un reportaje que vi en la tele sobre el cine hoyts, dónde mostraban las cosas que se le quedaban a la gente en el cine: por supuesto lo que más llamaba la atenciónera la ropa interior, o cosas un tanto más extravagantes como botas de invierno largas.En fin, lo que más me gusto es como tu texto como juega con los géneros, a fin de cuentas.. es literatura!"

Anónimo dijo...

ACTUALIZA EL BLOG!!
necesito tu inspiración para hacerme el propio
saludos

Paula Peña Rozas dijo...

Primero (y perdón por la tardanza) no escribí la historia de un vaso en un motel, probablemente porque me faltan historias en moteles.

Segundo, hazte el blog sí o sí, y basta de excusas.

cristóbal dijo...

Srta. Peñaloza!
GRAN historia, Ídola
Beso

Nicolás Silva Canales dijo...

El vaso transparente, el vaso que brilla... no se si la dignidad la tendra el vaso o lo que contiene, el vaso queda vacio, y? que veo, un objeto que puede ser simplemente cualquier cosa, porque el caracter de vaso se lo da el uso. personificando a un vaso solo seria feliz siendo usado para lo que fui creado. un vaso puede tener una o mil historias, pero solo si se cumple la maxima, el uso como vaso, porque si lo uso para contener una vela o echar monedas es cualquier cosa, un vaso indigno. Hablando de vasos se viene Soda.